lunes, 11 de febrero de 2008

Escrito sobre una mesa de mazapán

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Recibimos anoche una nota en la que se nos indicó qué hacer. No piense, sin embargo, que de aquellas instrucciones y de nuestra obediencia nació esta carta. Por suerte (para nosotros, no para usted, que nunca sabrá cuáles son realmente nuestras aptitudes), la computadora arregla todas nuestras faltas de ortografía. En realidad no son todas, sino sólo aquellas que obedecen a una regla cuyo número de sílabas es impar mayor de 26 y menor de 42. Es inexplicavle.
Se nos pidió (amavlemente, intuí) que nos dirigiéramos a ud. con motivo de referirle “vuestra (nuestra) versión de los hechos” (sic). Procedo (en nombre de los siete):
Javier se cayó de la escalera, aunque después dijeron que lo habían empujado. Lo cierto es que cayó sólo ayudado por el perro, de nombre Jorge. (La gente le dice Georgie, que se pronuncia Yoryi.) No cayó rodando sino manteniendo cierto imperfecto paralelismo con la baranda, como si se movieran por imanes.
¡Pero en esta casa no hay imanes, no! Seguro que él tuvo la precaución porque la pintura estaba fresca. Claro: Sergio había pintado la segunda mano hacía apenas un par de horas y uno nunca sabe con esas cosas. La pintura siempre es en contra del hombre.
La pintura era en realidad una mezcla de pintura gris con pintura azul, porque queríase formar celeste pero el blanco estaba feo así que se improvisó con el gris imaginando muy optimistamente (como nos gusta pensar aquí) que quedaría como el cielo de ayer. Ayer el cielo estaba nublado y parejo, parejamente nublado.
Bueno. Entonces Javier se cayó por evitar apoyar las manos en la pintura que Gabriel había pintado pero que resultó ser como un color cualquiera pero bastante sucio. Cuando cayó, el único que oyó el ruido fue Gastón, que estaba diseñando un termodisipador de partículas que nos explicó que sirve para centrifugar el mundo en el sentido inverso al natural, de manera tal que retrocede el tiempo únicamente de a un año. Nos contó también que desgraciadamente no pudo conseguir un megaswitch para el turbo, motivo por el cual atrasa cuarenta y cuatro minutos de más. Gastón se mostró descontento y decepcionado por esta falla.
Entonces Gastón lo escuchó pero, concentrado en su labor, no corrió en su ayuda. Sí, sin embargo, pegó un grito que se escuchó desde la sala de proyecciones, donde estábamos los otros cuatro, pues Emporio había salido a comprar alimento para el perro.
El perro pareció entender que nosotros le festejábamos la gracia, pues empezó a saltar moviendo la cola de manera tal que la punta de su cola describía una forma parecida a un ocho medio estirado en los extremos. El de la patada fue Marcelo, y se la dio bien entre las costillas. Georgie gimió y corrió. Facundo y yo manoseamos al caído para ver esas cosas de la respiración y el pulso y todo eso, y Javier parecía estar muerto, o desmayado, o dormido.
Dormido debía estar, porque se levantó a los dos minutos y corriendo subió a ponerse su uniforme de la policía, de cuando trabajaba.
Ojalá no lo reprendan, pensé yo, en nombre de los seis, porque a él, como sabrán, no lo dejaban trabajar por su problema.
Cuando murió la señora él andaba triste y soñaba muchas pesadillas. Yo pienso para mí que se le volvieron realidad ayer a la tarde, porque entre el cielo parejo y los gritos de Gastón, las corridas de todos, los llantos y giros en el aire del tal Jorge, la angustia contenida en su pecho, la sonrisa imbécil que puso la vieja de al lado cuando lo vio salir, el arma fría de hace años que tenía en la mano y las ganas acumuladas de pegarse un tiro en su propia cara, para mí que no supo qué hacer.
Por eso yo le pido, señor comisario, que no lo reprendan mucho. Yo entiendo que a los locos se les da otro trato y, hágame el favor comisario: trátelo como un loco. Él anda medio mal pero es por lo de la señora, y por todo lo de los otros. No es solamente por él, se lo digo en serio, yo.
Siempre agradezco, pero déjeme decirle además hoy que si no me hace el favor entonces el arma la va a sentir en la boca del culo cuando lo agarre yo o cualquiera de los cinco hermanos que me quedan a mi cargo. Muchas gracias.

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