lunes, 17 de mayo de 2010

autobiografía (parte de ella) de marco polo

-


Ahora empiezo a caminar. Son diez cuadras las "a caminar" y están sujetas a posibles fluctuaciones y/o deformaciones vinculadas con los niveles del frío que haga en los minutos que las crucen como variables que solamente no puede decirse que sean paralelas por ser superpuestas absolutas; esto es, las cuadras se agrandan. Sin embargo, siempre es bueno caminarlas para ahorrarse los (a esta altura "más que un peso") centavos que otro colectivo complementario hubiera costado si hubiera venido detrás. En casa -intuyo- estarás esperándome como habíamos quedado, vos ya comida y dormida en nuestra cama, acurrucada; vos poderosa, incomprensible, yo cansado; vos fantasmal, como borrosa, yo borracho; vos así tan inaccesible, yo abrazante, vos tan ágil, dormida prepotente, virtuosa. Cuando llegue -espero-, estará la luz prendida en el living y en el baño, y vos estarás calentando tres o cuatro lajitas de jengibre en un poco de agua, dejando que hierva, dejando la miel preparada en la piel de la mesa marcada de tazas calientes del último otoño. Oirás la llave en la puerta; mirarás sonriendo. Me verás afuera, me verás adentro. Sonreiremos. Voy a darte un beso ahora mucho más borracho que cansado y voy a redespertar mis ganas de hacer el amor. Vamos a poner el agua en las tazas que heredamos de mis abuelos, la miel también ahí como costumbre heredada de quién sabe cuándo, vamos a tomar el té más picante del mundo sintiendo lo bien que nos hace. Vamos a lavarnos los dientes. Según cómo te vea, te ofreceré ver algo malo en la tevé o preferiré leerte algo lindo: a vos eso te gusta siempre, pero yo prefiero hacerlo cuando vos estás menos dormida. Cuando te duermas, te voy a acariciar una teta y tal vez -yo nunca me acuerdo las fechas- me puedes decir que te duele. Cuando llegué, en cambio -sé-, estará la luz prendida sólo en el baño y afuera, para que yo pueda ver dónde meto la llave. Voy a entrar en silencio y estarás dormida, pensando no justamente en lo mismo que yo, a saber: que qué lástima que no me hayas aguantado despierta. De cualquier modo ni lo espero ni me parece lo más necesario ni apenas lógico: no te sonrojes cuando lo sepas mañana. Llegaré y caeré directo en la heladera, tomaré algo fresco. Voy a ir al baño frente a la pieza y voy a lavarme los dientes y voy a reirme conmigo junto a mi cara espejada en el espejo sucio empañado empapado de todo y ahora de risa mía borracha espejada divina risa invertida de sábado clásico. Después, sin duda, voy a dejar los zapatos tirados ahí mismo, voy a llegar con las plantas del pie hasta la alfombra, voy a dejarme desvestir por mi diestra muerta tan muerta que casi ajena y voy a sentir que mis pantalones caen al suelo como si fuera una piba que se desviste para su varón. Me voy, entonces, a meter en la cama, tu cama, ahora nuestra cama, ahora nuestro suelo, ahora nuestro techo. Te voy a dar un beso, te voy a empujar un poco. Todos los hombres somos iguales: te voy a abrazar un poquito, te voy a pasar una mano por el contorno de la pancita. Voy a meterte un dedo en el ombligo. Voy a tocarte una teta y no vas a saber ni siquiera que fui yo el que llegó, el que se rió, el que se chocó contra la mesa del living, borracho, el que te aprieta la teta despacio y te dice "te quiero" y se toca la pija despacio, borracho, borracho, la pija, borracho. Cuando llego, está la luz de afuera prendida y ninguna otra. Empiezo a tachar fantasías. Marco la llave en la chapa que rodea el agujero, erro arriba, erro abajo y tres o cuatro veces erro hasta que arrastro y entra la llave y gira y gira la llave y abre. Entro. Las luces -yo ya sabía- están apagadas, habrás comido y ya habrás cedido hace un par de horas al sueño o al aburrimiento absoluto que llena lo todo en mi ausencia. Caigo -como sabía- directo en la heladera, tomo algo fresco. Choco contra la mesa -hay cosas inevitables aunque se sepan con anticipo- mientras voy cayendo hacia el baño, y lavo mis dientes y río conmigo y cumplo los tres o cuatro sentidos que tiene mi vida a estas horas. Voy a la pieza (descalzo) y extraigo serena y científicamente mi ropa. Me acuesto desnudo. Te toco. ¿Te toco?

No estás en la cama. No entiendo qué pasa. ¿Habrás olvidado avisarme de algo? ¿Habré nuevamente perdido un recuerdo que sí era importante? Me paro, me visto, me pongo un abrigo, enciendo las luces, respiro y de nuevo me agito. Te busco en la pieza, te busco en el baño, te busco en la biblioteca, en la computadora. Arriba. Nada. Nada.

"El jardín", pienso. "El vino", me pongo en crisis. "El jardín", me doy mi apoyo.

Salgo al jardín, está fresco. Te busco atento, te encuentro. Te encuentro, nena, te encuentro. Estás sentada, debajo del limonero, vestida con un vestido de primavera y con un bucito, sonriendo, yo me transformo, me dices que te ha gustado extrañarme un poco, que estás contenta, que te has "colgado" mirando el árbol de los tomates y has retomado aquél viejo vicio de los jardines. Me pongo loco. Me das un beso. Me pongo manso. Sonríes sola, reímos juntos. Paseamos juntos por nuestros jardines y nos ilumina una luz de la luna que no me estaba acompañando en las diez cuadras que caminaba antes de perderte antes de encontrarte, y después de que nos cansamos vamos adentro.
Y nos acostamos, y nos abrazamos, y nos envolvemos en sábanas limpias que vos has cambiado esta tarde. Y vos te das vuelta, y te quedás dormida, y te toco el pelo, y te abrazo un poco, y te aprieto un pecho. Y no dices nada, y yo insisto un poco, te digo "te quiero" y pero mi mente arde. Me toco la pija, estoy muy caliente, tu piel es tan suave, por fin se me para; te toco los labios, te beso en el cuello, mi pija se ofrece, después tambalea, de a poco se cae y de pronto dos horas más tarde de nuevo despierto.

.

3 comentarios:

emilia dijo...

papapapapaápa papápapapapa
ahora sí voy a recordar la canción.

Pedro. dijo...

¡lo entendiste!

ronel1217 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.