domingo, 6 de abril de 2008

Desesperanza

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El primer reloj
suena medio segundo
antes -o después-
que el segundo reloj.

(para colmo, la lluvia
en el techo.)





¡ay! ¡cómo pasó media hora
y medio segundo
y el café se terminó
y el sol soñante se fue apagando, un poco.

y siguen los gritos negros
brotando de las paredes!

y una lágrima mancha
la ropa que quiero
sacarme
y los versos
del jardín eterno
en el que quiero morir todos los días. y nacer, un poco.






Tanto silencio
es tanto castigo
ahora que los gritos quieren cantar.

Que no me descubran.
El frío y la noche
del fondo del mar.

Se me revuelve el estómago
como en un barco
pero estoy en casa.

1 comentario:

GonzalitoVilachan dijo...

Sostengo que es de la melancolía de donde salen los escritos más bellos.

aunque recien en la felicida, aprendamos a apreciarlos