domingo, 25 de enero de 2009

The ti i i ime is on my si ide

-.



El tiempo, cuando queremos que pase, tiene la doble gracia de ponerse siempre de nuestro lado, muy más allá de ser lo único que nos moleste, o algo poderoso de todo lo que nos molesta. La doble nobilísima gracia que mencioné consiste en que corre por dos vías, por dos manos: primero, inevitablemente siempre falta un poco menos; luego, principio que lo coloca como uno de los únicos obstáculos que llevan implícitos los propios mecanismos de engaño a nuestras cabezas que buscan que él mismo no sólo no se nos haga insoportable sino que hasta nos parezca necesario, la relativa vía de la porcentualidad. Si fraccionamos el tiempo a nuestro gusto y nombramos a cada parte con un signo que nada tenga que ver con su esencia, entonces inevitablemente resultará que no sólo el tiempo restante disminuye en ese sentido, sino que también se achica su cantidad relativa: hice a (20%), me resta b (80%); hice a (35%), pero me resta b (65%); hice a (50%), y ahora me resta otra vez todo lo que hice; a partir de este punto (a igual b) es que yo recomiendo mirar el reloj y comenzar a sacar estos cálculos. No sólo la parte b se achica en relación con la totalidad, sino que se achica muy motivadoramente respecto de a.